Translate

lunes, 20 de mayo de 2013

Quién es quién aquí

Antes de empezar a contarte nada, supongo que lo apropiado es que conozcas a los protagonistas de esta historia. Empecemos por mí, ya que voy a estar presente en todas las escenas. No es egocentrismo ni nada parecido. Es solo que de momento no poseo el don de la ubicuidad. De momento. 

Hemos acordado que no me llamo Elisa, pero que tú puedes llamarme así. Al igual que mi nombre real, hay algunos datos que no voy a darte. Pero descuida, tendrás los suficientes. Para empezar, te diré que tengo 19 años. Eso significa que debería estar estudiando para mi segundo cuatrimestre en la universidad, pero aquí me tienes. Supongo que eso dice bastante de mí. Por darte otro detalle más, te diré que no creo en el horóscopo. Es algo típico en los tauros como yo. 

Para hacerte una imagen de cómo soy físicamente, puedes imaginarte a Emma Watson. 

¿Ya? Bien. 

Ahora, si lo que quieres es saber cómo soy de verdad, atento. Coge un cuerpo de chica normal y corriente. Un poco alta, pero no demasiado. Vístela, por el amor de Dios. Eso es. Ahora cubre su cabeza con una peluca azabache y rizada que le llegue por encima de los hombros. Los ojos son verde oscuro, y grandes, casi como la nariz. Los labios también son gruesos. Para darle el toque final, espolvorea una buena cantidad de pecas por toda la cara. En verano, se extienden tanto que casi parece que estoy morena, lo cual no podía ser menos cierto. 

¡Y ya está! Has creado una Elisa. 

Supongo que lo que escriba de ahora en adelante te dirá todo lo que necesites saber sobre mi personalidad. Pero por si quieres alguna migaja más, te voy a contar mis tres grandes aficiones: leer, escribir y la música: escucharla y cantarla. 

Lo sé, es un cliché casi tan grande como intentar describirse a uno mismo diciendo: "soy amigo de mis amigos". ¿Quién no es amigo de sus amigos? ¿Qué eres, su enemigo? 

Y hablando de amigos, yo tengo cuatro. Y adivinad qué: ¡soy amiga suya! (¿Ves lo estúpido que queda solo con formularlo de otra forma)? De pequeña, cuando me aburría, solía dibujarnos a los cinco en mis dedos, uno en cada yema. No sé qué gracia le veía, la verdad. Cosas de críos, supongo. 

Desde que hemos empezado la universidad nos vemos mucho menos. Pero es normal. No creo que nuestra amistad corra peligro, ni nada de eso, por mucho que a Marta le guste dramatizar al respecto. Marta es una de mis amigas, y, desde hace un año, sale con el integrante número dos de nuestro grupo: Adrián. Probablemente acabe contándote cómo acabaron juntos, es una historia muy bonita. De esas que te hacen volver a creer en el amor e inmediatamente después pensar: "Entonces, ¿por qué no me ha pasado nada parecido a mí?". 

La integrante número tres es mi mejor amiga, Ana. Ahora ha tenido que irse a estudiar a otra ciudad porque su carrera no estaba aquí. Está lo suficientemente cerca como para que pueda volver todos los fines de semana. En realidad, no la veo menos que a los demás. Pero sí que está lo suficientemente lejos como para notar la distancia cuando uno se para a pensarlo un día cualquiera de entre semana. 

El único de mis amigos cuyos horarios coinciden un poco con los míos es Nacho. A veces le veo por el campus, pero tampoco coincidimos demasiado. 

Tal vez más adelante te hable de sus pros y de sus contras (porque, aunque sean mis amigos, no significa que no los tengan). Pero este post está siendo ya demasiado largo.

Oh.

Y también está Él. ¿Cómo no? Es una de las razones principales de que exista este blog. Porque no puedo hablar de Él delante de mis amigos, o al menos no de lo que yo querría hablar. 

¿Cómo he podido olvidarme de Él? Es casi la primera vez que me pasa. ¡Qué despiste!

Tendré que dejarlo para más adelante. Desde luego, Él es una parte de mi historia que merece un post propio. ¡Y ni siquiera sé qué nombre puedo darle! Vaya, es una decisión importante. Déjame pensarlo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario